MULADHARA-CHAKRA (plexo sagrado), elemento Tierra.

SVADHISTHANA-CHAKRA (plexo prostático), gobernado por el elemento Agua, etc. Controlando estos centros nervo-fluídicos el yoghi obtiene la maestría del cuerpo y del espíritu.

VISHUDDHA-CHAKRA (el centro de la garganta), cuya perfecta maestría se obtiene mediante ciertos ejercicios (las asanas), está simbolizado por el ether y da nacimiento a facultades supra-normales.

En Hatha-Yoga, el estudiante, por una especie de automasaje (bandhas) y con la ayuda del control respiratorio especial (pranayama), llega a poner sucesivamente los diversos centros (chakras) en vibración completa: Muladhara, Svadhisthana, Manipura, Anahata y Vishuddha (plexo faríngeo), que es el correspondiente a la glándula tiroides.

Cuando estos 5 centros psico-magnéticos están perfectamente iluminados, el alumno (sadhak) mediante una técnica excepcional, provoca el desarrollo del cuerpo pituitario (AGNA-CHAKRA); es la “segunda vista”, el ojo interno, el plano mental es alcanzado, el buscador del “Yug” obtiene entonces los fenómenos suprafísicos que lo llevarán hacia la coronación de sus esfuerzos, es decir, el “Loto de los mil pétalos” (Sahasrara Padma), que se ilumina.

Los 5 primeros chakras son, pues, la base del trabajo, están ligados con los elementos físicos. Son los que preparan al adepto a “identificarse” (Yug, en sánscrito) con el Gran Todo; más allá, se trata de elementos de un dominio ultra-terrestre (el plano mental y la propiedad cósmica).

El alumno de Yoga opera, pues, como un artista científico: produce vibraciones capaces de transmutar las facultades físicas en psíquicas y mediante las manifestaciones materiales alcanza el mundo espiritual, en una palabra, del elemento Tierra se proyecta hasta la Conciencia Universal (por la iluminación de los 7 Chakras como una gama de 7 notas).

El yoghi realiza su música sin instrumento, juega sobre notas internas, pone en movimiento una escala sonométrica particular, alcanza un mundo supremo sin atributos, sin artificios.